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Protección de la espalda: buenas prácticas posturales

en las actividades de la vida diaria

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No es raro que surja en el ámbito laboral o incluso en el familiar, la necesidad de atender a personas

que presentan ciertas dificultades para moverse por sí mismas como los accidentados o la tercera

edad, entre otros. Sin duda, se trata de actividades que entrañan un importante riesgo para la salud

de la espalda del que presta la ayuda.

Dada la amplitud del tema, a continuación se proporcionan unos consejos generales que preten-

den orientar sobre las principales pautas de movilización:

Siempre que sea posible, solicita ayuda a otra persona.

Pide la colaboración del usuario en la me-

dida de sus posibilidades, tratando de

fomentar su autonomía y participación.

Antes de iniciar la maniobra, explica lo que

vas hacer de manera clara y sencilla.

3.14 Atención de personas con movilidad reducida

Por ello, con objeto de no causarle ningún daño e impedir que te dañes

la espalda, se recomienda adoptar las siguientes recomendaciones:

Procura evitar llevar al bebé en un solo brazo.

Trata de sostenerlo en el pecho o en la espalda; existen diversos

elementos de sujeción que pueden ser de utilidad. Además del

contacto con tu cuerpo, favorece aquéllas posturas en las que el

bebé pueda mantener la espalda ligeramente arqueada y las

piernas semiflexionadas.

Utiliza carritos y elementos que eviten que cargues su peso

durante periodos largos.

Fomenta su autonomía conforme vaya creciendo, de forma que

pueda desarrollarse y caminar solo progresivamente. Así, no sólo

favorecerás su desarrollo locomotriz, sino que además evitarás

sobrecargas innecesarias.